#Brasil
Llegó el día de Dilma. Tras ser apartada provisionalmente del poder el pasado mes de mayo, hoy tenía al fin la oportunidad de defenderse en el Senado frente a sus propios acusadores.
Recapitulemos. En marzo un grupo
de parlamentarios propuso un
proceso de impeachment para la presidenta brasileña Dilma Rousseff. Según dicta la Constitución brasileña,
el caso pasó al estudio del Tribunal Supremo.
Dicho tribunal dictaminó que si
existían razones para el impeachment y fue al Parlamento, donde más de las 3/5
partes necesarias votaron a favor de apartarla del poder. El Senado ratificó
dicha votación poco después.
Así pues, el vicepresidente Michel Temer asumió el poder de manera interina.
Pasaron los meses, los juegos olímpicos y hoy
llegó el momento de que el Senado dictaminara una decisión final y definitiva,
pero esta vez oyendo antes las
explicaciones de Dilma.
Este hecho es histórico en Brasil, nunca antes había ocurrido.
La todavía presidenta oficial
comenzó dando su versión de los hechos en un discurso de más de media hora.
Luego respondió a las preguntas de todos los 81 senadores. Con todo esto, la
sesión se ha ido hasta las 14 HORAZAS.
Cabe recordar antes de comentar
todo lo que se ha dicho, los motivos por lo que Rousseff está acusada. Técnicamente, la presidenta está acusada de 2
faltas: falsificar los presupuestos para
disimular el déficit y aprobar
3 decretos sin pasar por el Congreso, los cuales incluso hay suspicacias de
que pudieron contener créditos de la banca privada.
Si bien, realmente todo el mundo
sabe que esto no son más que tecnicismos, y el auténtico motivo por el que ha
perdido la confianza de las cámaras es el caso
Petrobas, una trama de corrupción en la que está salpicado su gobierno por
todas partes, e incluso también está involucrado el antiguo presidente Lula.
La sesión ha durado tanto y Dilma ha tenido que hablar tal número de
veces, que hasta le ha dado tiempo a cambiar de argumentación en varias
ocasiones.
Primero se ha defendido alegando
que lo de los decretos tampoco era para tanto, luego negando que fuera ilegal y
más tarde acusando al Parlamento de cambiar las reglas "a mitad del
partido" para pillar a su gobierno.
Quizás suena todo bastante
absurdo y contradictorio (y lo es). Pero en su defensa, han sido 14 horas.
Pero mucho más ridículo e
indefendible ha sido el principal argumento de Dilma. Durante toda la sesión
ha tachado el proceso de impeachment de "golpe de estado".
Ha insistido innumerables veces
que la culpa de todo es que unos políticos opositores se habían unido para
arrebatar del gobierno a una presidenta electa en las urnas sin ningún motivo. Dilma ha llegado a manifestar que acudía
al Senado para "defender la democracia".
Esta visión hace aguas por varios
sitios. Para empezar, como hemos explicado el
propio Tribunal Supremo ratificó que habían motivos de impeachment y éste fue votado en el Congreso y Senado, elegidos también por el pueblo.
Pero además, el sustituto de la presidenta no es
un político opositor. Es su propio vicepresidente. El número 2 que Dilma puso en su lista en las elecciones
presidenciales del 2014.
Por aquel entonces, Rousseff y su Partido de los Trabajadores pensaron que sería un buen impulso
electoral llevar de candidato a vicepresidente a un reconocido político de
centro-derecha como Michel
Temer (del Partido del Movimiento
Democrático Brasileño) para así lograr más votos de todo el espectro
político.
Aquella jugada le sirvió para
ganar las elecciones, pero ahora se la ha vuelto en su contra cuando el propio Temer y el PMDB han organizado esta jugada
para llegar al poder.
Otro constante argumento de Dilma
es que aquellos que la juzgan (principalmente el antiguo presidente del
Parlamento Eduardo Cunha y el propio Temer) son aún más corruptos
que ella.
A juzgar por las últimas
investigaciones, en esto si tiene bastante razón. No obstante, tampoco es que
sea muy buena defensa.
Pero el principal drama de Dilma es que ha perdido la confianza de las
Cámaras legislativas, donde contaba con numerosos aliados heredados de la
época de Lula. No solo ha
sido por corrupción, sino también por el estancamiento económico, los recortes
y el paro generalizado.
Así es imposible ofrecer un
gobierno estable, en un país totalmente fragmentado en el que hay 23 partidos
políticos en el Parlamento y el ejecutivo precisa de una alianza de al menos 6
para alcanzar la mayoría. El gobierno de Dilma ha perdido el apoyo de todos
menos 3.
Al empezar el turno de las
preguntas de los senadores (cada uno tenía derecho a una intervención) el
presidente les ha advertido que debían de comportarse como jueces y no como
acusadores. Pero no le han hecho mucho caso.
Le han acusado prácticamente de
todo, a pesar de que técnicamente solo se la estaba juzgando por los decretos y
los presupuestos.
La aún presidenta ha ido saliendo
del paso, a veces de manera más convincente y otras veces menos, pero siempre
mostrando una fortaleza admirable, más teniendo en cuenta que el interrogatorio
ha empezado a las 10 de la mañana y ha terminado a la 1 de la madrugada.
Ha habido momentos tensos,
especialmente con los senadores más reacios a ella como José Medeiros o José
Anibal. Rousseff ha sacado toda la artillería que
tenía, incluso ha recordado su lucha contra la dictadura militar de Castelo Branco o que ella es la primera mujer
presidenta de la historia del país.
Hace unos días apuró una última
jugada desesperada para salvar su cabeza: proponer
a los senadores unas elecciones anticipadas si era absuelta. No obstante,
realmente esta opción no seduce a la Cámara, ya que si bien casi todos están de
acuerdo en echarla, no todos piensan que les vendrían bien pasar por las urnas.
Hoy Dilma ha dado un paso atrás
en este tema. Ha cambiado de elecciones a proponer un plebiscito para preguntar
si hay elecciones. Detrás de esta extraña propuesta radica el hecho de que su
propia popularidad tampoco anda demasiado alta.
En Brasil se está formando un
clima de tensión social cada vez mayor en contra de los políticos, tanto gubernamentales
como opositores, alimentado sin duda por los numerosos casos de corrupción
descubiertos. En el Mundial Dilma fue pitada en masa, pero igual
suerte corrió Temer en las Olimpiadas e incluso el
alcalde de Río Eduardo Praes.
A diferencia del día de la
votación en el Parlamento en mayo, hoy
no ha habido altercados en las calles. Han acudido contrarios y favorables
a Dilma a las afueras del Senado, pero en un número muy reducido. De hecho, a
mitad de la sesión se han ido yendo casi todos. Incluso Lula, que había ido para
acompañar a su sucesora y siempre protegida, no ha aguantado más y también se
ha ido a media tarde.
Y así pues, terminó Dilma Rousseff su probablemente penúltimo día
oficial como presidenta. Mañana
habrá otra sesión maratoniana donde
al final se prevée (aunque en Brasil nunca se sabe) que se vote su impeachment
definitivo.
Para salvarse necesita que menos
de 55 de los 81 senadores voten en su contra. Antes de hoy, ya 54 manifestaron
públicamente su intención de echarla. 10 dijeron que estaban indecisos, pero de
ellos 4 pertenecen al partido de Temer.
Dicho de otra manera, Dilma necesita mañana un milagro. Si no
lo logra no podrá volverse a presentar a un cargo público en 8 años, es decir,
será un cadáver político.
Lo sabremos en unas horas…
06:35
Firmado: David Rubio
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