lunes, 29 de agosto de 2016

#Brasil



Llegó el día de Dilma. Tras ser apartada provisionalmente del poder el pasado mes de mayo, hoy tenía al fin la oportunidad de defenderse en el Senado frente a sus propios acusadores.


Recapitulemos. En marzo un grupo de parlamentarios propuso un proceso de impeachment para la presidenta brasileña Dilma Rousseff. Según dicta la Constitución brasileña, el caso pasó al estudio del Tribunal Supremo.

Dicho tribunal dictaminó que si existían razones para el impeachment y fue al Parlamento, donde más de las 3/5 partes necesarias votaron a favor de apartarla del poder. El Senado ratificó dicha votación poco después.

Así pues, el vicepresidente Michel Temer asumió el poder de manera interina. Pasaron los meses, los juegos olímpicos y hoy llegó el momento de que el Senado dictaminara una decisión final y definitiva, pero esta vez oyendo antes las explicaciones de Dilma. Este hecho es histórico en Brasil, nunca antes había ocurrido.

La todavía presidenta oficial comenzó dando su versión de los hechos en un discurso de más de media hora. Luego respondió a las preguntas de todos los 81 senadores. Con todo esto, la sesión se ha ido hasta las 14 HORAZAS.


Cabe recordar antes de comentar todo lo que se ha dicho, los motivos por lo que Rousseff está acusada. Técnicamente, la presidenta está acusada de 2 faltas: falsificar los presupuestos para disimular el déficit y aprobar 3 decretos sin pasar por el Congreso, los cuales incluso hay suspicacias de que pudieron contener créditos de la banca privada.

Si bien, realmente todo el mundo sabe que esto no son más que tecnicismos, y el auténtico motivo por el que ha perdido la confianza de las cámaras es el caso Petrobas, una trama de corrupción en la que está salpicado su gobierno por todas partes, e incluso también está involucrado el antiguo presidente Lula.

La sesión ha durado tanto y Dilma ha tenido que hablar tal número de veces, que hasta le ha dado tiempo a cambiar de argumentación en varias ocasiones.

Primero se ha defendido alegando que lo de los decretos tampoco era para tanto, luego negando que fuera ilegal y más tarde acusando al Parlamento de cambiar las reglas "a mitad del partido" para pillar a su gobierno.

Quizás suena todo bastante absurdo y contradictorio (y lo es). Pero en su defensa, han sido 14 horas.

Pero mucho más ridículo e indefendible ha sido el principal argumento de Dilma. Durante toda la sesión ha tachado el proceso de impeachment de "golpe de estado".

Ha insistido innumerables veces que la culpa de todo es que unos políticos opositores se habían unido para arrebatar del gobierno a una presidenta electa en las urnas sin ningún motivo. Dilma ha llegado a manifestar que acudía al Senado para "defender la democracia".

Esta visión hace aguas por varios sitios. Para empezar, como hemos explicado el propio Tribunal Supremo ratificó que habían motivos de impeachment y éste fue votado en el Congreso y Senado, elegidos también por el pueblo.

Pero además, el sustituto de la presidenta no es un político opositor. Es su propio vicepresidente. El número 2 que Dilma puso en su lista en las elecciones presidenciales del 2014.

Por aquel entonces, Rousseff y su Partido de los Trabajadores pensaron que sería un buen impulso electoral llevar de candidato a vicepresidente a un reconocido político de centro-derecha como Michel Temer (del Partido del Movimiento Democrático Brasileño) para así lograr más votos de todo el espectro político.

Aquella jugada le sirvió para ganar las elecciones, pero ahora se la ha vuelto en su contra cuando el propio Temer y el PMDB han organizado esta jugada para llegar al poder.

Otro constante argumento de Dilma es que aquellos que la juzgan (principalmente el antiguo presidente del Parlamento Eduardo Cunha y el propio Temer) son aún más corruptos que ella.

A juzgar por las últimas investigaciones, en esto si tiene bastante razón. No obstante, tampoco es que sea muy buena defensa.

Pero el principal drama de Dilma es que ha perdido la confianza de las Cámaras legislativas, donde contaba con numerosos aliados heredados de la época de Lula. No solo ha sido por corrupción, sino también por el estancamiento económico, los recortes y el paro generalizado.

Así es imposible ofrecer un gobierno estable, en un país totalmente fragmentado en el que hay 23 partidos políticos en el Parlamento y el ejecutivo precisa de una alianza de al menos 6 para alcanzar la mayoría. El gobierno de Dilma ha perdido el apoyo de todos menos 3.


Al empezar el turno de las preguntas de los senadores (cada uno tenía derecho a una intervención) el presidente les ha advertido que debían de comportarse como jueces y no como acusadores. Pero no le han hecho mucho caso.

Le han acusado prácticamente de todo, a pesar de que técnicamente solo se la estaba juzgando por los decretos y los presupuestos.

La aún presidenta ha ido saliendo del paso, a veces de manera más convincente y otras veces menos, pero siempre mostrando una fortaleza admirable, más teniendo en cuenta que el interrogatorio ha empezado a las 10 de la mañana y ha terminado a la 1 de la madrugada.

Ha habido momentos tensos, especialmente con los senadores más reacios a ella como José Medeiros o José Anibal. Rousseff ha sacado toda la artillería que tenía, incluso ha recordado su lucha contra la dictadura militar de Castelo Branco o que ella es la primera mujer presidenta de la historia del país.

Hace unos días apuró una última jugada desesperada para salvar su cabeza: proponer a los senadores unas elecciones anticipadas si era absuelta. No obstante, realmente esta opción no seduce a la Cámara, ya que si bien casi todos están de acuerdo en echarla, no todos piensan que les vendrían bien pasar por las urnas.

Hoy Dilma ha dado un paso atrás en este tema. Ha cambiado de elecciones a proponer un plebiscito para preguntar si hay elecciones. Detrás de esta extraña propuesta radica el hecho de que su propia popularidad tampoco anda demasiado alta.

En Brasil se está formando un clima de tensión social cada vez mayor en contra de los políticos, tanto gubernamentales como opositores, alimentado sin duda por los numerosos casos de corrupción descubiertos. En el Mundial Dilma fue pitada en masa, pero igual suerte corrió Temer en las Olimpiadas e incluso el alcalde de Río Eduardo Praes.

A diferencia del día de la votación en el Parlamento en mayo, hoy no ha habido altercados en las calles. Han acudido contrarios y favorables a Dilma a las afueras del Senado, pero en un número muy reducido. De hecho, a mitad de la sesión se han ido yendo casi todos. Incluso Lula, que había ido para acompañar a su sucesora y siempre protegida, no ha aguantado más y también se ha ido a media tarde.

Y así pues, terminó Dilma Rousseff su probablemente penúltimo día oficial como presidenta. Mañana habrá otra sesión maratoniana donde al final se prevée (aunque en Brasil nunca se sabe) que se vote su impeachment definitivo.

Para salvarse necesita que menos de 55 de los 81 senadores voten en su contra. Antes de hoy, ya 54 manifestaron públicamente su intención de echarla. 10 dijeron que estaban indecisos, pero de ellos 4 pertenecen al partido de Temer.

Dicho de otra manera, Dilma necesita mañana un milagro. Si no lo logra no podrá volverse a presentar a un cargo público en 8 años, es decir, será un cadáver político.


Lo sabremos en unas horas…




06:35


Firmado: David Rubio

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