#Brasil
Se materializó el impeachment. Dilma
ya es oficialmente expresidenta de Brasil... pero aún así tiene motivos
para estar bastante contenta.
Cuando todos la daban por cadáver político, Rousseff se ha sacado una jugada de la manga que si bien no le ha
servido para salvar su moribundo gobierno, al menos si ha logrado mantener su
carrera política.
Se daba
por hecho que hoy el Senado declararía culpable a la mandataria brasileña en la
fase final de su largo, largo, larguísimo juicio político. Sus argumentos del
lunes acerca de que todo se trataba de "un golpe de estado" no sirvieron precisamente para convencer a
los senadores.
Ayer martes sus abogados comparecieron en el Senado para decir más
de lo mismo. Mucha tensión, descalificativos de "golpistas" o "corruptos"
y pocos argumentos por ambos bandos. Incluso se llegó a invocar a la voluntad
de Dios en no pocas ocasiones.
Y hoy era el día definitivo. El
impeachment necesitaba 54 votos de 81 para salir adelante (2/3 partes del
Senado). Ya en mayo los senadores votaron a favor de comenzar el proceso
con 55 votos. Lejos haber convencido a alguien de su inocencia, todo el mundo
contaba con que hoy serían incluso más los que se posicionarían en contra de Dilma.
Dicho impeachment contaba además con un duro regalito adicional: 8 años de inhabilitación para presentarse a
un cargo público. Dilma Rousseff tiene actualmente 68 años, así que esto le
podía suponer la práctica muerte política.
La sesión final estaba programada para las 11 de la mañana. Pero
cuando todo parecía perdido, los abogados de Dilma se sacaron su última carta. Aprovechando un vacío legal y la
poca precisión de la Constitución Brasileña, alegaron que las votaciones del
impeachment y la inhabilitación debían de celebrarse por separado.
Esto irritó de gran manera a los senadores más contrarios a Dilma. Protestaron por la irregularidad
del cambio a última hora y se montó un debate no programado que se extendió a
más de 2 horas y en el que se llegaron a proponer mil cambios en el proceso de votación.
El bastante sensato senador Omar
Aziz (PSD) exclamó: "Con
esta jugada, se está abriendo un mal precedente. Eduardo Cunha también podrá presentarse a las siguientes elecciones".
Recordemos que Cunha (antiguo presidente del Parlamento
y enemigo número 1 de Dilma) también enfrenta un proceso de juicio político por
corrupción.
Harto del imprevisto debate interminable, el presidente de la
sesión Ricardo Lewandoski acabó por ceder a los partidarios de la presidenta y se
votó por separado, con 2 horas de retraso.
Como era de esperar, Dilma
perdió el impeachment por goleada (61 votos contra 20). Pero corrió mejor suerte con la prohibición
a presentarse en las próximas elecciones. Solo perdió 42 contra 36, lejos
de los 2/3 necesarios para inhabilitarla.
Por tanto, Dilma no
consiguió el milagro de salvar su gobierno, pero si salvó su carrera. Esta
pequeña victoria la impulsó para dar un discurso a todo el país desde el
Palacio Presidencial de la Alvorada donde volvió a repetir su frase favorita
"Esto fue un golpe de estado contra
mi", pero también avisó al nuevo presidente Michel Temer que tendría "una
oposición mucho más poderosa de lo que cree".
Estas palabras suenan a que Rousseff
apenas ha sido revocada ya está pensando en presentarse de nuevo a las elecciones
de 2018. Ha sido derrotada pero no es un cadáver político, en contra del deseo
de sus enemigos políticos.
Sobre una hora después llegó Michel
Temer al Congreso para asumir su nuevo cargo. Estaba sonriente y rebosante
de felicidad, como si aún no se creyese que todo plan estuviera saliendo bien,
o tal vez la suerte que tenía.
Se esperaba un discurso del flamante presidente, tal vez para
responder a Dilma. Pero hoy Temer era tan feliz que no quería
meterse en peleas, como si ella no existiera. Apenas hizo un breve juramento,
firmó la toma de posesión y se fue del Congreso en una sesión relámpago que no
duró más de 10 minutos.
Seguramente Dilma
merece este impeachment. Pero muy probablemente los que lo han organizado son
más corruptos aún, incluido el propio Temer.
El pueblo de Brasil lo sabe, y aunque la popularidad de Dilma
estaba por los suelos, la del nuevo gobierno no está mucho mejor. Michael Temer tiene la difícil misión
de repuntar la economía del país, quitarse la vitola de traidor y mejorar su
aceptación popular antes de las elecciones de 2018.
En esos próximos comicios ya no irá en la misma papeleta de Dilma Rousseff sino que posiblemente se
tendrá que enfrentar a ella.
22:11
Firmado: David Rubio
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