martes, 4 de octubre de 2016

#EEUU


 Debate bronco entre los candidatos a vicepresidentes. Muy tenso, y en general bastante malo. Ambos son políticos experimentados que podían dar bastante más de si, pero se dedicaron a soltarse ataques y a pasar de los temas propuestos por la moderadora.

Para empezar, no me gustó el planteamiento del demócrata Tim Kaine. El senador de Virginia jugaba en casa, ya que el debate lo organizaba una universidad de su estado.

El encanto de Kaine siempre fue su familiaridad y aspecto de bonachón. Trasmite cercanía y confianza. Justo lo que le falta a Hillary.

Sin embargo, hoy olvidó toda su cálida imagen para lanzar ataques desde el minuto 1 a Donald Trump. Es evidente que el candidato republicano es una fábrica de disparates. Pero a Kaine se le olvidó algo, hoy no estaba ante Donald Trump. Hoy no era el día de darle tanto al candidato enloquecido y si de hablar de las propuestas de los demócratas.

Tampoco tuvo su mejor día Mike Pence. Gobernador de Indiana, y conservador entre conservadores. Un político por lo general más cañero y agresivo.

Pero hoy la agresividad de su rival le superó con creces. Básicamente se dedicó a defender (sin mucho acierto) a su propio candidato. Su frase más repetida fue: "Trump nunca dijo eso", para justificar declaraciones de Donald que evidentemente si hizo.

Apenas tocó a Hillary ni a Obama. Mucho menos de lo esperado. Es digno de alabar que solo sacara una vez el tan manido asunto de los emails. Pero lanzó pocas críticas hacia la administración demócrata. Parecía que Kaine era el candidato de la oposición, y Pence el del gobierno.

Pocas propuestas. El demócrata comenzó a interrumpir desde el principio al republicano, y éste hizo lo propio. El debate fue tenso, pero a diferencia de los debates republicanos de primarias, sin el espectáculo que aportaba Trump. Se hizo aburrido.


Aún así, algunos detalles que me sorprendieron. Muchas críticas de Pence a Rusia. Sorprende porque hasta ahora Putin parecía el mejor aliado internacional de Trump. Suena a que los asesores republicanos se han dado cuenta del coste que tiene para su partido que sean siempre los demócratas quienes ahora enfurezcan a los rusos.

Muchas menciones de Kaine al senador republicano John McCain. Esto no es casual, ya que ha mostrado sus diferencias con Donald Trump. Ciertamente, McCain simboliza la poca cordura que aún queda en el partido republicano.

Quizás el debate de más nivel y respeto fue el penúltimo, sobre el aborto. Casi por primera vez, ambos candidatos dejaron hablar a su contrincante y expusieron su punto de vista.

Pero hablando de religión, me sorprendió totalmente que Kaine no criticara las polémicas medidas legales que ha impuesto Pence en Indiana, según las cuales tolera algunas discriminaciones laborales por motivo de religiones no cristianas.

Este "olvido" fue un claro reflejo de la táctica de Kaine. El enemigo no era Pence, sino Trump. Y si había que criticarle, no era por ser Pence sino por ser un esbirro de Trump.

Repito, creo que este planteamiento fue equivocado y convirtió el debate en una sacudida de ataques personales sin cuartel. Los demócratas tienen un chollo con Donald Trump, pero se equivocan si siguen centrando su campaña en él. También hay que proponer y convencer. No se gana siendo el menos malo.

Sabremos si Hillary sigue o cambia esta táctica, en el próximo debate presidencial del domingo. Enfrente volverá a tener a esa bomba de relojería llamada Donald.

En el de hoy, no creo que haya habido un claro ganador ni que hayan grandes modificaciones en los sondeos.

Probablemente Kaine dijo más frases inteligentes. Pence, por su parte, mostró una calma superior a la de su candidato, que quizás pueda convencer a los republicanos más escépticos con el explosivo carácter de Trump.

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