domingo, 9 de octubre de 2016

#EEUU


 Desengañémonos. No vamos a tener un debate diplomático y de guante blanco en esta carrera presidencial estadounidense.

El de hoy era el segundo Trump-Hillary y el tercero contando el del martes de los candidatos a vicepresidentes.

Hillary Clinton llegaba en una posición ideal, luego de la publicación en los medios del más machista y repulsivo de los vídeos de Donald Trump, que se ha ganado incluso la retirada de apoyos de gran parte de su partido.

La candidata demócrata tenía dos posibilidades: pasar por encima del debate sin meter la pata aprovechando su posición de clara ventaja o arriesgar y apretar a Trump para acabar de hundirlo. Claramente, eligió la primera.

El de hoy ha sido un debate de preguntas. La CNN y la Abc han traído al plató a una quincena de votantes indecisos para que les hicieran cuestiones a los candidatos. También los dos periodistas moderadores han planteado preguntas llegadas por las redes sociales.

Por supuesto, el primer tema en salir ha sido el vídeo de Trump. Hillary se ha sentado tranquilamente a ver como el republicano daba torpes explicaciones. No creo que su intento de justificar lo injustificable le haya servido para convencer a nadie, pero en el fondo le ha venido bien quitarse ya al principio este espinoso tema de encima.

Donald, además, se ha sacado un as de la manga. Él si que estaba obligado a arriesgar, y así lo ha hecho. Se ha agarrado a un clavo ardiendo, de nombre Bill Clinton.

El republicano ha comparecido con 4 mujeres que acusaron al expresidente y marido de la candidata de acoso sexual. Todos sabemos los escarceos que tuvo Bill con Monica Lewinsky, por lo que las acusaciones de Trump no han caído en saco roto. "Lo mío fueron palabras, lo de Bill Clinton fueron hechos" llegó a decir el republicano.

Este golpe bajo hacia Hillary no ha sido el único. Al igual que hiciera en los debates republicanos en primarias, Trump se ha dedicado a atacar continuamente a su rival más que hablar de propuestas, hasta desviar su debate a su terreno.

Quien haya visto el debate poco se habrá enterado sobre el programa electoral de Donald Trump, pero si lo mucho que aborrece el pasado político de Hillary Clinton.

Curiosamente, Trump ha atacado más el pasado de Hillary como Senadora de Nueva York que como Secretaria de Estado. Precisamente, ese es el único cargo que la demócrata ha ejercido gracias al respaldo de sus electores, no ganándolo en los despachos.

En el fondo, el republicano pretendía presentar a su rival como "la política de siempre", mientras que él representaba a algo distinto. Incluso ha discutido permanentemente con los moderadores, para dar a entender que todos estaban en su contra. Que Hillary era el establishment.

No deja de ser curioso que un hombre con cero experiencia política ataque a alguien precisamente por su carrera política. También que un hombre que presume de ser uno de los más ricos del país se declare anti-sistema. Pero Hillary ni siquiera ha querido soltarle estos argumentos. Sólo ha recordado su dudoso pasado fiscal.

Como dije antes, la candidata demócrata no ha querido arriesgar ni bajarse al barro. Tal vez podía haberle devuelto los golpes bajos a Trump, pero no lo hizo. Se limitó a recibirlos con superioridad, como dando a entender que no la afectaban.

Muchos especulaban con que un mal debate del republicano hoy podría suponer su retirada de las elecciones. Quizás Hillary esté encantada con este rival, porque ni siquiera planteó esta idea.

Y realmente poco se habló de política. Ni siquiera las preguntas fueron de un gran nivel. Quizás lo más destacable fueron los debates sobre la seguridad social y Siria.

Respecto a lo primero, Hillary defendió el Obama Care, probablemente el gran legado que va a dejar el actual presidente en política interior. Pero aunque defendió que la cobertura sanitaria llegue ahora a más gente, comentó que debe trabajar para reducir sus costes. Como todos sabemos, es más liberal que Obama, por mucho que ella a veces trate de disimularlo.

Trump, por su parte, calificó al Obama Care de "desastre". Él solo quiere cargárselo. Como gran empresario, echa de menos los tiempos en los que la sanidad era privada y cara. Nada sorprendente.

Mucho más sorprendente es la opinión que les merecen Rusia y Vladimir Putin a cada uno de los candidatos. Hillary Clinton volvió a cargar contra la política rusa, su ayuda al dictador Al Asad en Siria e incluso se abonó a la teoría de la conspiración asegurando que Putin está aliado con Wikileaks para lograr que Trump gane las elecciones.

Aunque parezca increíble, hoy en día es el candidato republicano el que más defiende a Rusia. Trump alabó el papel de Putin y de Al Asad combatiendo contra el ISIS. Cargó contra la política de Obama y Hillary de ayudar a los rebeldes sirios, a los que considera yihadistas.

Se ve que Trump prefiere apoyar a dictadores antes que a rebeldes que (a pesar de que también luchan contra el ISIS) los considera yihadistas. Esto es lo que hay.

No fue la única mención al ISIS. Trump volvió a echar la culpa a Hillary de crear el Estado Islámico, e incluso lo utilizó como defensa para hablar de su vídeo machista. El ISIS y Bill Clinton fueron sus comodines favoritos.

En definitiva, un debate bastante flojo, del que probablemente el candidato republicano salga mucho más contento que del primero. En algunos momentos logró equiparar el asunto de los emails de Hillary o los líos de Bill Clinton a sus salidas de tono machistas y xenófogas.

Hillary Clinton perdió (tal vez premeditadamente) una oportunidad de enterrar definitivamente a su rival. Donald Trump seguirá teniendo a muchos compañeros republicanos en contra, pero no más por este debate.

Si este cara a cara era un salvase o muera para Trump, podemos decir que el empresario republicano fue el ganador. Aunque francamente, yo creo que no lo ganó nadie.

Y a todo esto, aún nos queda otro debate más en 10 días.



05:30


Firmado: David Rubio

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