lunes, 28 de noviembre de 2016

C'est fini Sarkozy



El domingo pasado volvía del Rico Pérez deprimido por una nueva derrota. Abatido, puse la televisión para ver como iba la primera vuelta de las primarias de la derecha francesa. Cuan sorpresa la mía cuando vi como los franceses conservadores me alegraban la tarde. En contra de todos los pronósticos, Sarkozy estaba fuera de la carrera presidencial.


Mi relación contigo, nunca fue buena petit Nicolas. Creo que llegaste a ser presidente pasando por encima, como el gran trepa que siempre he pensado que eres, de Jacques Chirac.

No es que yo sea un enamorado de Chirac precisamente, pero creo que aquel compañero de tu partido que había logrado mantener el gobierno de la cuarta potencia mundial para vosotros durante 12 años, merecía mayor respeto por tu parte.

Pero no es por eso por lo que llegue a aborrecerte. Al fin de cuentas, ¿cuantos políticos han llegado a lo alto trepando igual que tú?


Gobernaste Francia durante los últimos años de bonanza económica. Tenías la oportunidad de profundizar las tímidas reformas políticas y sociales que empezó Chirac. Por ejemplo, ¿cómo es posible que un país tan rico no ofrezca acceso sanitario universal y gratuito a sus ciudadanos?.

Pero no lo hiciste. Más bien al contrario. Te pusiste a encarecer aún más el sistema sanitario francés, para que el máximo número de ciudadanos tuvieran que contratar un seguro privado. Hiciste todo lo que te pidieron tus amigos empresarios de la haute societé.

Cuando viví en Francia, tú ya no gobernabas. Estaba François Hollande. Con el paro disparándose y el déficit por las nubes, nadie hablaba ya de abaratar la sanidad. Tú si tuviste la oportunidad de hacerlo. Luego ya fue tarde.

Te contaré que un día me puse realmente enfermo y acabé ingresado en el hospital. Al final fue solo un susto, una sola noche y para casa. Aquella única soirée me costó casi 100 euros. Si a ti te hubiera pasado lo mismo en mi país, te habría salido gratis. Podrías pensar en ello. Resulta que nosotros somos los vecinos pobres, aquellos gobernados por un presidente (Zapatero) al que llamaste "tonto".

Pero al fin de cuentas, supongo que no te puedo culpar por ser demasiado de derechas. No es por eso realmente por lo que te aborrezco.


Desde que llegaste al gobierno, los casos de corrupción se dispararon. Todos los franceses, incluso los que te apoyan, saben que en el fondo eres un chanchullero.
Recuerdo el cachondeo que había en la calle, cuando te pillaron intentando seducir a una vieja millonaria senil para que financiara tu partido.

La verdad, tampoco te guardo rencor por eso. No eres más corrupto que algunos de los políticos que tengo en mi país. Además, en el fondo te agradezco que hicieras lo de la abuela cuando yo vivía en Francia. Fue muy divertido vivir aquel cachondeo de primera mano.


Entonces, te preguntarás, ¿a qué se debe mi tan grande repulsión por ti? Verás, todo empezó cuando no sabías como desviar la atención de tu enésimo caso de corrupción, y decidiste deportar rumanos de Francia.

Sin antecedentes, sin que hubieran hecho nada. Solo porque eran rumanos. Los devolviste forzados a Rumanía, por xenofobia pura y dura. De hecho, muchos volvieron ya que eran ciudadanos europeos y no tenías ni siquiera potestad para prohibirles la entrada.

Simplemente les echaste en un vano intento para mejorar tu popularidad entre la sociedad francesa más racista y volver a levantar las encuestas. Que mal te salió, por cierto. Perdiste las elecciones.

Se da la circunstancia de que por aquel entonces yo tenía una persona muy especial en mi vida, de nacionalidad rumana. Pensé que sería de mi si viviera en Francia y me la hubieras arrebatado. Desde entonces, petit Nicolas, te aborrezco.


Y el problema no fue aquella disparatada y fallida deportación. Con aquel gesto sembraste un campo de odio en la sociedad francesa. Pusiste a los inmigrantes en el centro de la palestra, en la piñata a la que golpear cuando la gente no sabía a quien culpar de sus problemas.

Lo curioso es que tu propio partido te castigó y te aisló por ello. Fue Marine Le Pen quien recogió lo sembrado. Desde entonces comenzó a subir como la espuma, y detrás de ella toda la extrema derecha racista en Europa. 6 años después, tenemos a un reconocido y orgulloso xenófogo sentado en la Casa Blanca.


Tu contribución a la política no ha podido ser peor. Y después del batacazo que te llevaste en las elecciones, aún has intentado volver a ser presidente.

Pero esta vez tus propios compañeros no te han dejado. Ellos saben que toda la izquierda francesa te detesta tanto o incluso más que yo. En una segunda vuelta presidencial contra Le Pen, serías capaz incluso de perder.

Yo no simpatizo demasiado ni con François Fillon ni con Alain Juppé. Pero en unas elecciones contra Le Pen les habría votado sin dudar. A ti no te votaría jamás. Preferiría abstenerme, o quedarme todo el día durmiendo y soñando con un mundo mejor.


Ahora ya se acabó. Asimílalo, es tu muerte política. No llegaste ni a la segunda vuelta de las primarias de tu propio partido. Como para pensar en ganar unas elecciones. Eres el símbolo de la total incapacidad de la derecha francesa para renovarse, lo que tantas alas está dando a Le Pen.



Tienes una mujer guapísima. Es sin duda tu mejor conquista como presidente. Disfrútala. Pero déjanos en paz. C’est fini Sarkozy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario